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Amaos, amaos

Bebed, bailad, amaos,

apurad el tiempo de la inocencia,

la copa de ambrosía

hasta que la luz se extinga.

La noche se cierne sobre las ciudades.

Las almas que una vez leyeron

se desquician ante la sinrazón.

Los nombres de los sabios se desdibujan en las portadas.

Los hombres borran lo que aprendieron

bajo la luz del conocimiento.

Céfiro, con su viento helado,

todo lo arrasó.

Amor, paz, equidad, diálogo

vagan sin rumbo en el país de las inoportunidades.

Convivencia, solidaridad, empatía

se extinguen bajo manos que amenazan,

gestos desquiciados que incitan al odio,

a la fuerza, a la soledad.

Miradas preparadas mil veces frente al espejo del horror.

Rostros desencajados se apoderan del mundo.

Discursos para sordos que enardecen

a los que quisieron y no pudieron.

La noche se extiende por el mundo.

Ángeles caídos vienen a reclamar

lo que una vez creyeron poseer.

Los dioses se retiran asustados.

Llega la era de los titanes,

del miedo y la desconfianza.

Brindad por el tiempo que tuvimos,

porque fuimos nuestros

y supimos cantar al amor y a la vida.

Bebed por nuestros mayores,

porque nunca sepan que perdimos

lo que sangraron.

Bailad con los niños,

que recuerden el abrazo en los tiempos de zozobra.

Amaos, amaos.

Contad qué os duele.

No calléis ante la afrenta y la amenaza.

Todo lo perdimos en la noche aciaga que nos llegó desde el oeste,

como el aire caliente que vuelve infernales los días.

Se derramó el grial de la esperanza.

Todo lo perdimos.

Nada queda.

Olvidamos.

La historia nos culpará.

No quedan caballeros para esta cruzada.


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